sábado, 20 de agosto de 2011

LA ESPERANZA NO ES UN CRIMEN - JUANTXO LOPEZ DE URALDE-

Acabo de salir de la segunda sesión del juicio en Copenhague por nuestra acción el 17 de diciembre de 2009 reclamando un acuerdo contra el cambio climático en la cena de los jefes de Estado que se celebraba en el Palacio de Christianborg. Aquí os dejo lo que ha sido mi declaración final ante el juez:

“Mi nombre es Juan López de Uralde. En la actualidad soy Director de la Fundación EQUO, cuyo objetivo es la construcción en España de un movimiento social y político que trabaje para que las cuestiones de ecología y equidad estén en el centro de la agenda política. Desde muy joven estoy involucrado en en la defensa del Planeta, y he visto con el paso de los años como la situación empeora, y a los líderes políticos no les importa. O al menos no lo sufuciente. Por eso he trabajado dura los últimos 30 años para cambiar esta situación.

Vine a Copenhague para participar en una reunión muy importante: la COP15. Cuando venía, pensaba que íbamos a ser testigos de un momento histórico, en el que los líderes mundiales tomarían finalmente la decisión de hacer frente al cambio climático. Que firmarían un acuerdo ambicioso, justo y vinculante. Vine a Copenhague como delegado de Greenpeace en la COP15. Mi trabajo era asegurar la comunicación entre el equipo en el Bella Center y las oficinas nacionales de Greenpeace.

Muy pronto fui consciente de que la COP15 iba en mala dirección. En vez de trabajar  en favor de un acuerdo ambicioso que frenara el cambio climatico, los políticos buscaban la manera de eludir un acuerdo real. Las negociaciones iban rematadamente mal.

Sólo una semana después de empezar la COP15 recibimos un mensaje de los responsables de NNUU, diciendo que no habia espacio para la sociedad civil y que nuestra delegación tendría que reducirse a un grupo pequeño. Fue un signo claro de que las cosas iban muy mal: los políticos no querían testigos. De los 21.000 representantes de ONGs que paricipaban en la reunión, el jueves 17 sólo se permitió la entrada a 300, y su entrada a reuniones fue muy limitada.

Los mismos políticos y los científicos eran los que decía sobre la COP15: “Ahora o nunca. Si no se llega a un acuerdo ahora no se llegará nunca”. Era obvio que había que hacer algo para cambiar la dinámica de la reunión cuando  llegaran los jefes de estado.

Ahora, sólo un año y medio después del final de aquella reunión, hemos conocido los datos de la Agencia Internacional Energía (AIE) que muestran cómo las emisiones de gases aumentaron un 5% en 2010. Este dato es una consecuencia directa del fracaso de la reunión de Copenhague en 2009. La falta de acuerdo en Copenhague envió la señal dramática a todo el mundo de que el cambio climático no era politicamente importante.

Las emisiones aumentan, y se está haciendo muy tarde.

Cada día es mayor la evidencia científica de que el cambio climático está agravandose. La Tierra se calienta, el nivel del mar aumenta; millones de personas se enfrentan a las consecuencias de la catástrofe climática.

La situación hoy es peor de lo que era en diciembre de 2009 cuando hicimos aquella protesta. Y ya entonces era mala.

Hoy nos sentamos ante este tribunal porque les dijimos algo muy simple a los líderes mundiales: “los políticos hablan, los líderes actíuan”, porque todavía teníamos esperanza de que hicieran algo. No teníamos donde hacerlo y nos acercamos al lugar donde cenaban. ¿Es la esperanza un crimen?

Si los líderes hubieran leído nuestra pancarta, hoy no estaríamos haciendo frente a un aumento de las emisiones.

Vine a CPH con la esperanza de que aqui se tomara una decisión para salvar la Tierra. Nunca pensé que acabaría en prisión o expulsado del país.

Estuve 20 días en prisión por hacer una protesta pacífica, pero efectiva para llamar la atención de los líderes, y para que la COP15 fuera un éxito. Todo fue absolutamente pacífico. No pusimos a nadie en riesgo, pero el mensaje llegó claro y alto. Nosotros cumplimos nuestro objetivo, los líderes NO.

Sea lo que sea lo que se decida sobre nosotros, el hecho es que las emisiones globales siguen aumentando; el cambio climático continúa emporando, y los líderes mundiales no hacen nada sobre ello. ¿No será ese el verdadero crimen?”

Juantxo López de Uralde
http://www.juantxo.org/2011/08/19/la-esperanza-no-es-un-crimen/

¿En qué consiste realmente la modificación del Impuesto de Sociedades? (EDUARDO GARZÓN ESPINOSA)

Desde la publicación ayer por parte de la ministra Elena Salgado de la modificación del Impuesto de Sociedades, he escuchado y leído bastantes opiniones que valoran esta actuación como una gran actuación progresista o de izquierdas. Estas valoraciones se basan básicamente en que las medidas sólo afectarán a las grandes empresas, concretamente a las que facturen más de 20 millones de euros al año. Sin embargo, he notado que existe mucho desconocimiento sobre el propio Impuesto de Sociedades, y especialmente sobre el funcionamiento de los pagos fraccionados. En este post se pretende dar una visión sencilla pero rigurosa sobre la dinámica de este impuesto para demostrar que las disposiciones del gobierno, lejos de significar un aumento del impuesto, no cambian sustancialmente las cosas.
Para empezar hay que entender cómo funciona el Impuesto de Sociedades y concretamente el mecanismo de los pagos fraccionados.
El Impuesto de Sociedades es un tributo que grava la renta de las sociedades y demás entidades jurídicas. Su cálculo es, en principio1, muy sencillo: el último día del año2 se observa el total de beneficios que ha obtenido la empresa en cuestión durante ese año; y  luego se aparta el 30% de esos beneficios, que irán destinados a la hacienda pública. Por ejemplo, si la empresa “X” el último día del año 2011 declara unos beneficios de 1000 euros, 300 euros tendrán que ser pagados como Impuesto de Sociedades.
Sin embargo, puesto que el cálculo de los beneficios puede ser muy complejo y duradero, el legislador fiscal concede seis meses a la empresa para que ajuste bien sus cuentas y pueda pagar al Tesoro Público. Es decir, aunque el 31 de diciembre de 2011 la empresa “X” haya calculado unos beneficios de 1000 euros, no tendrá que pagar a Hacienda hasta julio de 2012. Por lo tanto, la recaudación del impuesto se produce seis meses más tarde de la obtención de beneficios. Esto viene muy mal a Hacienda, ya que no dispondrá del dinero hasta pasado un cierto tiempo. Para solucionar parte de este problema se inventaron los pagos fraccionados.
Los pagos fraccionados son adelantos de pago que hace la empresa a Hacienda para ir pagando poco a poco y no hacerlo todo de golpe. Estos pagos son tres, y se producen en abril, octubre y diciembre. La empresa “X” ya no tendrá que pagar sus 300 euros en julio de 2012, sino que ese pago de 300 euros se dividirá en pequeños pagos que se efectuarán en los meses indicados y en julio del año siguiente. Por ejemplo, en abril la empresa paga 75 euros; en octubre paga otros 75 euros, y en diciembre otros 75 euros. Al final del año 2011 habrá pagado 225 euros (75+75+75). Cuando llegue julio de 2012, como tiene que pagar un total de 300 euros, entonces pagará sólo 75 euros (300-225), puesto que ya pagó 225 euros. De esta forma Hacienda no tendrá que esperar hasta julio de 2012 para cobrar una parte del impuesto. Sin embargo, es importante destacar que al final la empresa paga exactamente lo mismo que si no existiesen los pagos fraccionados: 300 euros. Lo único que ha cambiado es la forma de pagar esos 300 euros, pues parte del pago se ha adelantado.
¿En qué consiste la reforma del impuesto de sociedades anunciada ayer por el gobierno?
Fundamentalmente consiste en que los pagos fraccionados de las grandes empresas sean mayores. Es decir, en nuestro ejemplo, digamos que la empresa “X” en vez de pagar 75 euros cada uno de los tres meses indicados, pasaría a pagar 100 euros en abril, 100 euros en octubre, y 100 euros en diciembre. Cuando llegase julio de 2012 ya habría pagado un total de 300 euros, por lo que ya no tendría que pagar más. En los meses citados la empresa se ha visto obligada a efectuar pagos mayores, pero al final del año en realidad ha pagado exactamente lo mismo que si no hubiese existido la reforma: 300 euros.
Así las cosas, la modificación del Impuesto de Sociedades que va a llevar a cabo el gobierno no es en absoluto un aumento de los impuestos a las grandes empresas. Consiste en cambiar la forma de ingresar el impuesto para cobrar antes, pero no más. Las grandes empresas pagarán exactamente lo mismo que pagaban antes de la reforma. Claro que esto no quiere decir que la reforma sea inútil. En realidad Hacienda sale beneficiada con esta modificación, ya que le viene mejor cobrar antes que después. En sentido contrario, esta medida perjudica a las grandes empresas ya que tendrán que pagar sus impuestos antes de lo previsto, con el menoscabo contable y económico que ello supone.
A modo de conclusión, esta medida supone un alivio temporal para las cuentas del estado, pero en absoluto supone una solución al problema del déficit estructural, y mucho menos una disposición altamente progresista. No podemos confundirnos y pensar que, por estar dirigida a las grandes empresas, sea una proposición de izquierdas. Tan sólo es un pequeño guiño que intenta recuperar la imagen progresista que hace mucho tiempo perdió el gobierno del PSOE. Pero la verdad es otra, y está muy ligada a los recortes sociales y recortes de derechos que lleva implementando largo tiempo este gobierno que se dice de izquierdas.

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