viernes, 21 de marzo de 2008

ANIVERSARIO ILEGAL (CIFU)

LLEVAMOS sufriendo ya cinco interminables años la indecencia de la guerra ilegal de Irak, que ha dejado tras de sí (y aún continúa) un reguero de sangre que cada vez se va haciendo más irreconciliable. Y el señor de la guerra por excelencia, ese vaquero insufrible que se coló en la presidencia norteamericana por la puerta falsa, como todo lo que hace, en este macabro quinto aniversario no tiene mejores palabras que lanzar al mundo como que esa guerra «suya» es noble, justa y necesaria. No se arrepiente de nada. Al contrario: se reafirma en sus posiciones ilegales desde el pedestal que le sitúa como amo del mundo, porque el beneficio obtenido con sangre ajena a costa de esa guerra le hace flotar más y más sobre un sueño demente de un mar de dólares, como ese delirio que recordamos todos del tío Gilito bañándose en montañas de monedas.Sin duda el culto al dinero como dios es la religión de nuestro tiempo. Pero curiosamente es una religión que aun practicándose a cara descubierta, lo que se dice de ella es algo 'clandestino', o sea, lo que viene a ser el ejercicio de la hipocresía llevado a efecto, porque nadie se declara abiertamente confeso del culto al dinero, aunque lo practique. Decirlo queda mal, es algo mal visto.Pero de ese ejercicio bipolar que practica el mundo llamado civilizado las consecuencias son claras: la locura campa por sus fueros gobernando de forma encubierta algo que todo el mundo acepta sin compromiso. Todos sabemos que vivimos en una sociedad enferma, pero nadie lo acepta a cara descubierta, porque tenemos que contribuir todos con nuestro granito de arena en forma de trabajo, de silencio, de mirar para otro lado hipócritamente porque lo que nos interesa en realidad es tener otro coche, otra casa, otra vida, aunque sea falsa.En estos días de procesiones, de latigazos en la espalda y de rodillas ensangrentadas, de arrepentimientos que nos dejan limpios y dispuestos para volver a pecar con más ahínco si cabe, podríamos pensar en las decenas de miles de muertos que han teñido con su sangre las conciencias de quienes con su silencio han consentido y consienten tal abuso. Un genocidio legalizado por el poder a su conveniencia. La extraña historia del ser humano hace del asesinato algo bueno o malo según sea el beneficio económico que éste genera.Y por supuesto, el muñecote por excelencia, José María Aznar, ése que le hace de Sancho al Quijote de Bush, se ha sumado al orgullo de los que encendieron la mecha, diciendo que lo volvería a hacer de nuevo. Algunos de estos diablillos es que no tienen remedio.